ACTRIZ - Laura García.

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Una Madre Coraje de las tablas
por Lina María Gómez González

Quizá fue Abigail Infante de García, la abuela paterina, fue la causante de que Laura García haya escogido la actuación como profesión, o por lo menos así lo afirma la consagrada actriz. Con añoranza recuerda a su abuela como como una maravillosa actriz aficionada y una muy buena intérprete de órgano y piano. "Ella tenía un grupo de teatro con sus amigas de Santa Marta que se llamaba Los Cascabeles. Me ponía a cantar en el coro, me ponía a bailar y a actuar, entonces creo que fue culpa de ella. Obviamente, si no hubiera habido eco de mi parte, probablemente sería ingeniera nuclear o cualquier otra cosa".

Siguiendo la influencia de doña Abigail y olvidándose del periodismo, pues ingresó a la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Javeriana, Laura García se inició en las tablas haciendo teatro callejero con Rodrigo Obregón en El Local. En 1976 entró al extinto Teatro Popular de Bogotá (TPB), dirigido por Jorge Alí Triana, y allí se estrenó como actriz profesional con La ópera de tres centavos, interpretando a Polly Peachum.

Con esta obra viajó a Santa Marta y Abigail Infante de García la vio trabajando como profesional por primera vez. "Ella debió ver en mí lo que siempre quiso ser, una artista profesional. Me acuerdo que se sentía muy orgullosa de decirles a sus amigos y amigas: `Llegó mi nieta la artista', como se dice en la Costa". Aun hoy sus tías Marulanda la presentan como la artista de la familia. "Todavía no sé qué quieren decir con eso, pero ahí lanzan la frase cuando me presentan".

Su recorrido por las tablas la llevó, en la década del 80, a formar parte del Teatro Libre, compañía de la que ha sido actriz de planta hasta el momento. Ricar o Camacho, su director, respeta su talento y seriedad porque se toma el oficio al pie de la letra. "Laura entró al Libre a una obra que tiene una grata recordación, La balada del café triste, con el papel de la señorita Amelia Evans. Es una mujer de teatro, mucho más que una actriz: nació en el teatro y va a morir en el teatro", afirma Camacho.

Aunque su trayectoria suma tres décadas, sólo ahora Laura García siente realmente cómo es que tiene que actuar. "Después de bastante tiempo en el teatro, uno empieza a desbrozar la maleza a ir al punto central para realmente lograr veracidad en la actuación. Al igual que en la vida personal, con el paso del tiempo uno se vuelve más selectivo".

EL CORAJE DE LOS AÑOS

"Laura tiene esa poderosa energía de los grandes actores de teatro. Cuando está en el escenario, es capaz de traspasar a un actor con la mirada, energía que, con los aros, muchos actores van perdiendo: Pero ella la tiene intacta", dice Camacho.

Esa energía de la que habla el director del Teatro Libre, la ha llevado a interpretar roles tan fuertes y exigentes como el monólogo de Diatriba de amor contra un hombre sentado, de Gabriel García Márquez, Clitemnestra en La orestiada de Esquilo, entre otros, y ahora la Madre Coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht.

Esta actriz, apasionada por los autores clásicos, sean antiguos, contemporáneos o modernos, dice que Madre Coraje llegó a su carrera en el momento preciso -como sucede con los mejores personajes que un actor hace, que no son los que busca sino los que le llegan-. "Siendo Madre Coraje un personaje tan rico, completo y colorido, por supuesto es ambivalente. Eso la hace apasionante para interpretan Siempre está entre el bien y el mal, entre lo femenino y lo masculino".

"Los pobres necesitan coraje para vivir", dice Madre Coraje, pero para Laura García, son las madres quienes necesitan coraje para vivir: "Es así, ser madre es una ciencia, es una profesión. Desde el comienzo está la semilla adentro, sale, se desarrolla y lo acompaña toda la vida y eres la sombra de esa semilla, quien tiene que nutrirla, llorar con esa semilla, alegrarte con ella, yo creo que de ahí sale la fuerza del personaje".

A pesar de que su medio es el teatro, confiesa que entre sus deseos siempre ha estado hacer cine, que por fortuna, dice ella, ha podido cumplir. Entre sus trabajos cinematográficos se destacan Las cuatro edades del amor, con Jorge Alí Triana (1980), y El gallo cantó tres veces, de Julio Luzardo (1987). Su más reciente participación en la pantalla se verá pronto. Se trata de Buscando a Miguel, de Juan Fisher. Además, próximamente empezará el rodaje de SaIwa la turca, bajo la dirección de Sara Harb.

"Uno en la vida escoge sus caminos y hay que escogerlos siempre con el corazón y con la buena guía. Creo que un actor jamás debe dejar de hacer teatro y si voy a seguir haciendo cine, como espero que sea, siempre volveré a las tablas porque son la cuna, el crisol, la instancia más básica para el actor, donde hay mucho tiempo para trabajar, para construir un personaje".

Tomado del periódico El Espectador, 21 de mayo de 2006
Foto: Archivo el Tiempo, 2008.

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