Su historia comenzó en los años 70, con el aval de su madre, un ama de casa "muchas veces desesperada", como la califica el actor, y la inconformidad de su padre, un zapatero que hizo de todo para que `Lucho', como lo llamaba, estudiara y se convirtiera en el soporte de la casa, por ser el mayor.
"De adolescente nos dio muchos problemas, porque se la pasaba metido en eso de teatro. El papá le vivía diciendo que aquí no se vivía de eso y que no le quitara tiempo a su carrera, porque estaba desperdiciando su futuro", cuenta Elvia, la madre del actor.
Aún así, Arango hizo su voluntad desde los 17 años, cuando un grupo de amigos lo llevó engañado a un taller de teatro, diciéndole que iban a jugar billar. "Cuando entré la cosa fue mágica. Vi el ambiente rico, había mujeres muy bonitas, con minifaldas y quedé como hipnotizado", cuenta.
Su padre entendió que no había nada que hacer cuando Luis Eduardo comenzó a llegar tarde y, a veces, a ausentarse durante la noche. "Siempre fue muy respetuoso" (falleció en el 2000), recuerda el actor.
Seguía estudiando ingeniería, pero el teatro ya ocupaba la mayor parte de su tiempo. Así que le dijo a su padre que no le enviara más dinero a Bogotá, porque él se inventaría cómo sobrevivir. "Hubo días muy amargos y de mucha hambre. Vivía de mis amigos, que me invitaban a almorzar. El desayuno era un tintico por ahí y la comida la vacilaba", narra Arango,
Vendió papel de colgadura. Hacía locución. Un día el teatro empezó a darle dividendos. Fue el protagonista de La Celestina, una obra de Colcultura con la que se ganó su primer sueldo: 9.300 pesos. "Llegué a mi pieza y boté los billetes al techo", recuerda emocionado.
Después, dirigió una pieza en la cárcel El Buen Pastor, se vinculó al grupo de teatro de Telecom a ingresó al teatro El Local. Y un día le llegó su primera oportunidad en TV.
Su madre fue la más emocionada. Vivía en inquilinato y no tenían televisor, entonces le dijo a la vecina que le diera permiso. Arango apareció en Bola de sebo, de Bernardo Romero Pereiro. "No creía que lo estaba viendo. Me convertí en la fan numero uno", recuerda Elvia.
Tomado del periódico El Tiempo, 17 de agosto de 2008
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